domingo, noviembre 07, 2010

De cabezas y calabazas... Sátira, inquina y política

Retrato de un joven Manuel del Palacio y Simó

Cuando el periodista Manuel del Palacio (1831-1906) prologaba su obra Cabezas y calabazas (1864), le añadió el extenso subtítulo de "Retratos al vuelo de las notabilidades en política, en armas, en literatura, en artes, en toreo, y en los demás ramos del saber y la brutalidad humana, seguidos de varios cuadros de costumbres más o menos políticos y pintados al fresco por Manuel del Palacio y Luis Rivera", algo pretencioso quizás, pero muy descriptivo de lo que sus autores pretendán. Bien imaginaba, como buen polemista que ciertos retratos iban a hacer mella y a levantar ampollas entre los aludidos.

Ambos periodistas, Palacio y Rivera, acababan de fundar uno de los iconos del humor gráfico español, la mítica revista Gil Blas, de corte republicano, y se habían colocado de esta manera en el ojo del huracán periodístico del momento.

En la introducción caracterizan al libro como una obra de historia y de educación, pues ponía de manifiesto algunos aspectos que debían tenerse en cuenta y de los que podía aprenderse mucho. Un fragmento dice así:

"El libro que te ofrecemos,
público amigo y señor,
es un tratado de historia
y á la par de educación.
De historia, porque en su fondo
encontrarás mas de dos
dignas de ser estudiadas
á la clara luz del sol,
y que han de moverte á risa
ó agravar tu mal humor,
lo único á que aspiramos
mi amigo Rivera y yo.
De educación , porque el hombre
de talento más precoz,
tan solo al verlas en otro
vé sus faltas como son. "

De entra los muchos retratos que hacen a lo largo de las más de doscientas páginas que tiene esta obra, pocos son los políticos, artistas e intelectuales del momento que escapan con bien de este lance, y muy pocos los que no se mencionan en estos versos. Intereses velados, o no; rivalidades políticas y personales salen a la luz , todo ello hilado con un humor punzante, que no siempre se luce en una rima acertada, pero que por lo general, siguiendo la premisa de los epigramas cumple su función. Es una obra muy recomendable para empaparse del ambiente político y cultural previo a 1868, aunque algunas opiniones de Palacio y Rivera son discutibles, la popularidad de sus escritos es un dato a tener en cuenta.

Aquí van algunos de los más destacados:



Juan Bravo Murillo (1803-1873)

Su política no alabo,
pero nadie negará
que fué el ministro mas bravo
de cuantos visten el frá.
Dar quiso un golpe de gracia
al Estado en su fiereza;
alzó el brazo, y ¡oh desgracia!
se dio el golpe en la cabeza.



Emilio Castelar (1832-1899)
Es demócrata y moral,
pone al pueblo en movimiento
su elocuencia virginal,
baria un gran general ...
pero dentro de un convento.





Antonio Cánovas del Castillo
(1828-1897).
Con agua del Manzanares
escribió cierto programa;
pero ¡ay ! ¡qué pronto se borra
lo que se escribe con agua !




Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903)
En el progreso se alista,
y La Iberia es su deidad;
adora á la libertad,
pero como progresista.




Juan Prim (1814-1870)

Gran corazón , buena espada,
pero espíritu agitado
que jamás se fija en nada;
hace mas que otro soldado
si le dan mayor soldada.



José Zorrilla (1817-1893)
Negra melena, pálido rostro,
él era un vate todo ideal;
ave agorera de viejas ruinas,
no hallando espacio donde volar,
harto de ruinas y harto de viejas
se fué á la Habana... sin su mitad.




Carolina Coronado (1820-1911)

Tierna, discreta, sensible,
yo te admiro, Carolina,
pero, ¡ay! me das mucha pena
cuando me hablas de política.




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